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También llamado distemper, el moquillo es una enfermedad viral muy contagiosa y grave para nuestros peludos. Esta enfermedad afecta principalmente al sistema respiratorio, sistema digestivo y en los casos más delicados puede afectar el sistema nervioso central, es decir, su cerebro.
El moquillo es una enfermedad de origen viral, lo que quiere decir que afecta al perro secuestrando las células vivas y sanas para usarlas como incubadoras y así multiplicarse en el organismo, este proceso de invasión es lo que mata, daña y produce mutaciones en las células que acaban por enfermar a tu ringo. Por lo general, el virus del moquillo comienza atacando al sistema respiratorio, luego el sistema digestivo y por último el sistema nervioso central.
La fuente de transmisión del moquillo es el contacto directo con un perro enfermo o portador del virus. La enfermedad se puede contagiar a través de los fluidos como la saliva, orina o incluso las heces, por eso, debes ser muy precavido cuando lleves a tu ringo a un parque nuevo y en lo posible trata de llevarle su propia agua para disminuir el riesgo de contagio.
Los perros con mayor riesgo de contagio son todos aquellos que no tienen un esquema de vacunación completo, en especial los cachorros de menos de 2 meses que no han iniciado su esquema o los perros senior que no han recibido su dosis de refuerzo.
Nota Ringo: Un perro portador del moquillo no siempre se enfermará o tendrá síntomas asociados con la enfermedad. Algunos sistemas inmunológicos son capaces de combatirlo, sin embargo, si lo pueden transmitir a perros sanos que no están vacunados.
El tiempo que tarda en incubarse el moquillo es alrededor de 15 días, luego de este tiempo puede aparecer algunos síntomas como:
es un síntoma difícil de identificar si no se tiene un termómetro y puede pasar desapercibida, con frecuencia suele repetirse acompañada de otros síntomas más visibles.
puede tratarse de un líquido casi transparente y contextura acuosa o también puede presentarse como pus amarillento y viscoso.
como pérdida de apetito, deshidratación, vómitos y diarrea.
es probable que el perro se sienta cada vez más cansado, sin ganas de jugar o moverse en general.
la tos, los sonidos fuertes al respirar o los jadeos excesivos no deben tomarse a la ligera.
conforme el virus se abre paso por el sistema nervioso central, el perro puede mostrar temblores involuntarios, parálisis leve o completa sobre todo en las patas traseras.
es común ver y sentir como una especie de costra o capa dura de piel en las almohadillas de las patas o en la nariz.
aparecen como movimientos descoordinados como caminar en círculos, caerse de lado a lado incluso tics o movimientos involuntarios.
No existe una cura definitiva para el moquillo, los tratamientos son costosos y solo ayudan con los síntomas mientras el sistema inmunológico del perro hace lo posible por luchar contra el virus.
Por lo anterior, siempre se aconseja la vacunación temprana y oportuna en cachorros a las 8, 12 y 16 semanas de edad; como también el refuerzo anual en perros adultos ya que esto ayuda a evitar el contagio de la enfermedad, debido a que la vacuna funciona imitando al virus que causa el moquillo preparando así al sistema inmunológico para reconocerlo y defenderse.
Los tratamientos pueden variar dependiendo de la gravedad de la enfermedad y los síntomas presentes. Suelen ser terapias de apoyo, como fluidoterapia, una nutrición adecuada, y medicamentos para controlar la fiebre, prevenir infecciones secundarias y reducir la inflamación. El aislamiento del peludo enferme es esencial con el fin de prevenir la propagación del virus, y en casos graves, se pueden requerir hospitalización y cuidados intensivos.
Fuentes
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